lunes, 5 de septiembre de 2016

Gallery Print, el pata negra de Saal-Digital

Llevaba ya un tiempo queriendo probar el resultado de una impresión de calidad en alguno de esos soportes tan de moda actualmente: Metacrilato y/o aluminio.

Como siempre, pedí consejo a mi amigo Javier de la Torre y, sin dudarlo, me dijo que me animara a probar con Saal-Digital. Asesorado también por el mismo consejero, ya había realizado un buen número de pedidos con esta empresa alemana, pero solo en foto-libros (Libro XG y Libro Gran Formato) y, como el resultado con los libros había sido satisfactorio, no dudé en seguir de nuevo sus recomendaciones.

Son varias las opciones que ofrecen: PVC, Aluminio Dibond, Metacrilato, Lienzo, Picture Box y, por último, GalleryPrint, que es un soporte impreso en Metacrilato con refuerzo de Aluminio Dibond. En principio me había inclinado por el Metacrilato, pero, la verdad, no me convencían los tamaños. Quizá en este apartado, en lo referente a los tamaños, debería haber algo más de oferta, en especial tamaños grandes. Ahora bien, desconozco el motivo por el que, en metacrilato, se quedan en el 100x50 de máximo. Sin embrgo, tanto en aluminio como en esta combinación de metacrilato + soporte de aluminio, imprimen hasta 180x110 en el primero y 160x100 en el segundo.

Me decidí al final por un 80x60 y ahora tocaba encontrar una foto acorde. Lo tenía claro (y mi mujer también, que es la que se encarga de la decoración!!!! ;) Como confío en ella, me dejé asesorar y decidimos enviar una foto tomada de Nueva York, concretamente desde el Top of the Rock. Me gustaba la idea, pero era algo arriesgado. ¿Por qué? Pues por la gran diferencia de luces. Una imagen muy contrastada y que, imaginaba, pondría en buena prueba el resultado de la impresión. Muchas sombras muy oscuras, con el miedo que me dan a mí los oscuros en las impresiones! 

Para hacer bien las cosas, lo primero que hice fue descargarme los perfiles de color que utilizan en los laboratorios de Saal. Dependiendo del producto, puedes descargar el correspondiente perfil para Photoshop. Para los que estéis acostumbrados a ello, sin problema. Para los que no, aquí tenéis un pequeño tutorial donde la gente de Saal explica el proceso de configuración de perfil en Photoshop.

Sobre el proceso de "maquetado", como siempre, la herramienta de Saal, además de ser intuitiva es fácil y sencilla de utilizar (ya sabéis que está disponible tanto para Mac como para Windows). Eliges el proyecto a realizar, soporte, tamaño, superficie (brillo o mate) y si vas a querer colgador incluido con el cuadro. Saal nos da tres soluciones: bastidor, colgadores estándar o atornillables. Esto, obviamente, incrementa el precio final. Pero la decisión es de cada uno. Como recomendación, elegiría la opción de bastidor. Aunque, a decir verdad, me parece algo exagerado el incremento. Al fin y al cabo es únicamente un perfil de aluminio adherido al cuadro por la parte de atrás.
Una vez decido el tipo de soporte, tan solo queda elegir la fotografía. Se pincha sobre esta en el pequeño explorador que aparece a la izquierda (Origen de las imágenes) y soltar sobre el lienzo. A continuación, Añadir artículo al carrito, realizar el pago y a esperar entre 5 y 7 días a la empresa de transporte. En este caso, Saal trabaja con DHL en Alemania y, en España, es Correos quien se encarga de llevarlo hasta tu casa. Ambos con track de seguimiento. 

Selección de proyecto

Elección del tipo de cuadro que queremos

Aquí se selecciona el tamaño, la superficie y si queremos soporte para colgar

Área de Trabajo. Sencillez y facilidad de uso

El producto llega muy bien protegido. Embalaje con cartón reforzado y, en su interior, el cuadro viene envuelto en plástico film contra un cartón rígido (¡¡parece madera!!). Así mismo, el propio cuadro nos lo entregan con una lámina film adherida que evita se estropee el producto cuando lo estamos desembalando. Os dejo aquí abajo las imágenes del "unboxing".




Y, por último, el producto en sí. 
Resultado final
Protección contra arañazos
Film de protección y perfil del producto




Aquí podéis ver el resultado final una vez colgado.



Espero que os pueda servir de ayuda en vuestra próxima impresión. Si tenéis alguna duda, sugerencia, crítica, ya sabéis, por aquí andamos. Saludos!!!

(La depresión port-vacacional ha hecho mella en mí y estoy en modo vago. No me apetecía sacar la cámara para hacer las fotos y están hechas con el móvil, jejejeje. ¡¡¡No juzguéis su calidad!!!)

jueves, 28 de julio de 2016

Brihuega, tierra de lavanda

Y Malacuera, Yela, Cogollor, Villaviciosa de Tajuña…., que también son tierra de lavanda. No son la Provenza francesa, vale. Todavía falta encontrar esos extensos campos provenzales ondulados y casi interminables. Pero todo llegará. Está claro que los kilómetros y kilómetros de rutas que tienen los franceses no, pero resumir en un pequeño espacio toda esa esencia, sí. 


Yo creo que lo están consiguiendo, habida cuenta del poco tiempo que llevan potenciando este bien. En poco más de cinco años han hecho que la gente conozca la zona y sus campos morados. Y que sea un reclamo no solo para amantes de la fotografía y de la naturaleza. Es mucha la gente que se acerca en el periodo estival a disfrutar de sus atardeceres y de las numerosas actividades que en torno a la lavanda realizan, culminando con el ya famoso Festival de la lavanda de Briguega, a mediados de julio, periodo de máximo esplendor del morado cultivo.


Y, lo mejor de todo, es que, al menos desde Madrid, no tienes que desplazarte cientos y cientos de kilómetros para poder fotografiarlos (o simplemente disfrutar de un buen paseo o de sus atardeceres).  Para llegar hasta la zona, saliendo desde Madrid, tan solo tenemos que tomar la Nacional II y, o bien tomar la salida 73 en Torija, o bien continuar 10 kilómetros más hasta la salida 83, que también nos lleva hasta Brihuega. 


Si tomamos la primera alternativa, deberemos entonces incorporarnos a la CM-2011 durante poco más de 14 kilómetros. Si, por el contrario optamos por desviarnos en la salida 83 de la Nacional II, nuestra ruta será por la CM-2008 durante algo menos de 9 kilómetros.



Cuando estemos llegando a Brihuega, empezaremos a ver los primeros campos morados. Y he ahí el primer problema. ¿Paramos ya? ¿Qué campo es “el campo”? Nada, tranquilidad. Vayamos por partes. Hay diferentes zonas con campos. Yo aquí voy a indicaros las que conozco, las que he visitado.

Comenzaré por la zona principal, la más conocida, extensa, pero también la más concurrida. Independientemente de la ruta que hayáis seguido para llegar a nuestro punto de partida, Brihuega, se llega a una rotonda. Ahí se toma la salida hacia Villaviciosa de Tajuña (CM-9203), carreterilla serpenteante durante sus primeros 1000 o 1500 metros hasta llegar a la carretera CM-2005. Una vez en esta carretera, tan solo es necesario seguir por ella 3 o 4 kilómetos hasta el desvío de Villaviciosa de Tajuña. Podemos dejar el coche en el camino que hay enfrente del mencionado desvío o 100 metros antes de llegar a este, junto a un monolito conmemorativo de la Batalla de Villaviciosa. Los campos están a ambos lados de la carretera, pero los mejores son los de la parte izquierda según vienes desde Brihuega. Otra opción, si quieres andar menos y tu coche te lo permite, es continuar por los caminos que salen entre los campos.  Ahora ya, es cosa tuya encontrar lo que andas buscando: orientación del campo, que haya o no árbolito, ondulaciones del terreno…

Otra zona interesante. Si se sigue por esta carretera hacia el nordeste se entremezclan más campos de lavanda con campos de trigo y de girasoles. Casi al llegar al puente que cruza el trazado del AVE, pasado el desvío de Hontanares, hay unos cuantos campos, a ambos lasdos de la carretera, con bastante pendiente y orientado al este tirando un pelín al sur (buena orientación para nocturnas con vía láctea) pero sin ningún árbol o grupo de árboles que “rellenen” un poco la composición. Quizá para esta opción, unos trescientos metros antes de llegar al mencionado campo, en el lado izquierdo de la carretera, hay unos cuantos campos (tres o cuatro) acotados por árboles que están junto a la carretera.


La otra zona que visité es pasando Malacuera. Para llegar hasta allí, en la rotonda que os he mencionado antes, la que está antes de llegar a Brihuega desde la Nacional II, deberéis tomar la salida que indica “Brihuega 1 km”, la CM-2011. Se atraviesa Brihuega dirección Malacuera, hasta encontrar la carretera GU-925. Una vez en esta carretera y después de atravesar el propio pueblo de Malacuera, a unos cuatro kilómetros y medio o cinco hay en la parte izquierda unos buenos campos de lavanda. Están nada más pasar una (odiosa  y horripilante) antena de comunicaciones. Allí hay un pequeño claro donde podéis dejar el coche. Digamos que son tres grandes campos, con tres orientaciones diferentes. El primero de todos, el que está junto a la antena de comunicaciones que antes mencionaba es espectacular para atardeceres (obviamente para amaneceres desde el otro lado, jeje). A su derecha hay otro campo con una orientación no muy buena (sur tirando un poco para el oeste) pero que tiene buenas ondulaciones y encinas aisadas. Y, por último, el de más al norte, que es el más pequeño de todos, tiene la mejor orientación para la Vía Láctea, Este puro (círculo rojo en la imagen). Con una ligera pendiente y con algún arbolillo mucho más que decente.


Por último, aunque no sean de lavanda, hay unos campos de trigo y de girasoles que encontré en la zona que va desde Masegoso de Tajuña hasta Moranchel, que tienen una pinta estupenda. Si con los campos de lavanda de Brihuega, la gente habla de la Provenza francesa, ¿quién dice que no se puede hablar de la Toscana italiana con estos trigales salpicados con encinas? Vale, de acuerdo, falta una pequeña ermita. Incluso algún grupito de cipreses. ¡¡¡Como somos!!!







sábado, 20 de febrero de 2016

NUEVA YORK · Top of the Rock

Bueno, pues ahí voy con la segunda entrega de localizaciones de Nueva York. Otro clásico: Top of the Rock. Este mirador o conjunto de terrazas está situado en el edificio más alto del complejo Rockefeller Center. Y, como siempre, la eterna duda: ¿Empire State o Top of the Rock? Top of the Rock  ¿Por qué este y no el Empire State? Fácil. Por las vistas. Subir al Empire State es un clásico, pero... ¡¡¡no lo ves si subes a él!!! Es, para mí, el icono de la ciudad, así que fuera donde fuera, se tenía que ver. Así que nos decidimos por el TotR. Además, pues en esto de las localizaciones fotográficas influye tanto la luz, que solo hacía encontrar respuestas evidentes. 



Lo que está claro es que la hora a la que subas, a uno o a otro, tienes que pillar la puesta de sol y más, como fue mi caso, si el cielo está durante todo el día soso, insulso... Esto es, despejado completamente. En invierno, atardece muy pronto y, teniendo en cuenta que esa hora desfasada con respecto al sol que tenemos en España, allí en USA no existe. Estaba claro, a las 4:30 puesta de sol, así que una horita antes ya estábamos entrando en el edificio General Electric, que es el edificio del Rockefeller Center donde se encuentra TotR. Como imaginaba, estaba abarrotado. Bastante cola para acceder pero fluida. Desde que entramos al edificio hasta que estábamos en la cima, quince o veinte minutos.

Al ascensor le cuesta escasos 40 segundos en subir las 70 plantas del edificio. Y es la primera emoción con la que te encuentras. Luces, sonidos, música, imágenes... Muy "americano". Al salir del ascensor, primera terrarza/mirador. ¡¡Sorpresa!! Estaba semivacío. Entonces, ¿donde estaba toda esa gente que abarrotaba la entrada?. Desilusión. Estaban en la azotea más alta, la que tiene el mejor punto de vista y no por la situación, total a esas alturas 10 metros más o menos no importa. El problema es que en la azotea de arriba no hay nada que impida la vista. En las otras dos sí. Unas mamparas de cristal protejen al visitante del vacío. Afortunadamente, estaban bastate limpios y, además, hay espacio entre uno y otro cristal. ¿Cuánto? Pues no mucho. El Nikon 14-24 no cabe, ya os aviso. 


Como también estas terrazas se iban llenando, tras varias tomas por diferentes puntos de la misma, decidí clavar mi bandera en un punto y no moverme de allí bajo ningún concepto. Tenía que morir al palo de tener el mismo encuadre. Eso o intentar otros y quedarme sin nada. Primeras tomas y primeras sonrisas. No solo por tener la tan ansiada foto de la Gran Manzana, sino por el cielo. Como sucedería al día siguiente en el Puente de Brooklyn, la diosa fortuna se apiadó de mí y empezó a colocar nubecitas altas en el cada vez más rojizo cielo neuyorkino. 

 
El sol aún estaba potente y, con respecto a mi situación, a unos 30 grados con respecto a mi posición y el Empire State. Así que decidí empezar a disparar haciendo uso del braketing: tres tomas con un paso de diferencia entre toma y toma. ISO el más bajo posible, es decir, con la D810 a 64. 

Como os he comentado, no había mucho juego en cuanto al encuadre así que, tras unas cuantas con el 14, para ganar focal, decidí arriesgarme y montar el todoterreno patatero que tengo para las fotos "familiares": el Tamron 28-300. Vale, de acuerdo, lo reconozco. Tengo uno, jajajaja. Y, he de decirlo. Me salvó la sesión. Se portó de maravilla. Lógicamente no pasé de 200, pierde muchísima calidad a partir de esa focal, pero a focales entre 70 y 180 se porta a las mil maravillas. Alguna tiré, por eso de la calidad con el 50 fijo de Nikon, pero la mayoría con el Tamron. Además, como he comentado antes, cabía por la separación de los cristales protectores, cosa que el 14 no.

Iba pasando el tiempo y el sol, cada vez más bajo, iba tiñendo más y más el cielo de rojos, naranjas, amarillos y magentas. Un verdadero espectáculo. Pero, yo seguía sin poder moverme de allí. La terraza de arriba estaba a rebosar de gente. Y, por fin el momento mágico, la golden hour ante mí sobre Nueva York. Momento mágico enfatizado por las primeras luces que se iban encendiendo por edificios sin fin de la ciudad.


Conforme iba pasando el tiempo y la luz se hacía más débil, comenzé a echar en falta el trípode. Así que, me tocaba comenzar a subir de ISO y bajar el tiempo de exposición. Segunda sorpresa del Tamron. El estabilizador funciona de coj..., perdón, de narices. 

Con respecto a lo del trípode, os cuento. En principio no se puede llevar trípode. Está prohibido. Según me dijo uno de seguridad que le pregunté, es porque con tanta gente, molestas o incluso puedes provocar que alguien tropieze. Vale, me convenció. Yo había decidido no llevarlo porque sabía que estaba prohibido y pasaba de consignas. Mi sorpresa fue que vi uos cuantos trípodes montados. No eran muchos, tres a lo sumo. Imagino que la gente lo lleva y, si no le dicen nada, lo monta. También en la azotea de arriba existen unos muretes en los que puedes apoyar la cámara para hacer largas expos. Cuando se había puesto el sol y se había difuminado la luz del ocaso la gente comenzó a bajar. Fue cuando aproveché a subir al mirador de arriba e hice unas cuantas tomas desde allí. Alguna, con buen resultado, desde los poyetes de hormigón que os he comentado. Eso sí, con cuidado porque tienes que poner la cámara muy adelante, casi en el borde para que no salga el hormigón.

Tras las típicas tomas con la noche sobre Nueva York, terminé la sesión y dimos por zanjada esta localización. Como en tantas de Nueva York, originales todos sabemos que no vamos a ser, pero son de esas fotos que uno siempre quiere hacer por si mismo. Sueño cumplido.


De nuevo, dar las gracias al maestro Javier de la Torre por sus consejos y paciencia.

sábado, 16 de enero de 2016

NUEVA YORK · Brooklyn Bridge Park

Por fin se cumplió uno de mis sueños fotográficos y pude realizar uno de los viajes que más ganas tenía de hacer. Poder visitar Nueva York.

No entraré a hacer la típica guía o diario del viaje. Ya hay "a patás" y mucho mejores de lo que un servidor pudiera ofrecer.

Sin lugar a dudas, un lugar que, ya sin haber estado todavía allí, me atraía de manera especial era la vista de Manhattan desde al lado del famoso puente de Brooklyn. Pero no a una hora cualquiera. Tenía que conseguir estar allí a la hora mágica del atardecer. 



Así que, previsor que es uno, con ayuda de mi Photopills, intruduje los puntos deseados y la altura del sol que me interesaba. Bueno, tampoco tenía mucho mérito esto. Tan solo hubiera bastado acercarme por allí siguiendo a alguno de los innumerables trípodes que pululaban por las cercanías, jajaja!!!! 

Fácil. A las 4:28 minutos era el ocaso, así que no debía estar allí más tarde de las 3 o 3:30. Con una horita y media antes es suficiente. Eso sí. No las tenía mucho conmigo. El cielo había estado todo el día despejado. Ni una sola nube. Pero había que ir sí o sí.

Ruta fácil. Había estado por la zona de Financial District y el 9/11 Memorial por la mañana, así que llené el buche en un SubWay y me dirigí al metro más cercano. El destino High St. De allí hasta el Brooklyn Bridge Park cinco minutos andando (¡¡qué bien que viene el Google Earth!!). 

Al salir de la boca de metro, mi primera sorpresa. Pequeñas nubes altas habían empezado a inundar, poco a poco, el cielo. ¡¡Bien!! Parece que, por una vez, la suerte podía sonreírme. Mi emoción comenzó a crecer conforme me iba acercando a la orilla del East River. Más y más nubes se iban colocando en la posición ideal. Todavía era pronto y el sol aún dominaba, pero pintaba bien. 

Como he comentado antes, ya había bastante gente colocando sus bártulos fotográficos a lo largo de los lugares más estratégicos esperando la mágica luz del atardecer, pero yo tenía claro mi sitio. Como en otras localizaciones, sabía que no iba a "inventar la rueda", pero no pretendo eso. Me da igual que haya millones de fotos iguales, lo que yo quiero con este tipo de localizaciones, es tener mi foto allí. 

Por fin en mi soñado aposento, planté mi trípode, coloqué la cámara, le enfrasqué el portafiltros, el disparador y el propio filtro. Como aun era pronto, comenzé con el 10 pasos de Hi-Tech. Mi check list: Medición y enfoque en auto; paso a manual; restar 10 pasos de diafragma y modo disparo con espejo levantado. Perfecto, me daba una expo de 30 segundos. Visualización de histograma y vi que aun podía apurar medio paso más. 45 segundos. "Click". Buen resultado. 

Pero, efectivamente, como me había recomendado mi amigo Javier de la Torre, el agua del East River se mueve mucho. Necesitaba más tiempo para "asedarla". Pero más tiempo significaba subir mucho de diafragma. Tanto que no me daba. ¿Solución? La que me dio Javi: "Tira en multiexposición". Venga, primera prueba: Misma exposición que en la prueba de antes pero con una multiexposición de 5 fotos. 45 segundos por cinco fotos me dieron como resultado una única foto de 225 segundos, suficientes para, incluso, conseguir los primeros edificios reflejados en el río.


Fui moviendo mi localización en torno a la orilla, a modo de turno con los compañeros que allí había. Lo típico: con mi parco inglés nos fuimos revelando consejillos, trucos, tú como haces esto... pues yo lo hago así... qué filtros usas... Incluso a uno que calzaba también el 14-24 de Nikon, le recomendé los porta de Lucroit. No los conocía pero dijo que miraría a ver si los enviaban a allí, a New Jersey, que es de donde era él. A ve si tiene suerte, porque me dijo que los de Lee salían mucho más caros incluso allí (B&H incluído!!!).


Poco a poco iba callendo la luz y la magia fue creciendo. Como mi emoción al ver que, por fin, conseguía tener un cielo espectacular. Más incluso de lo que yo había pensado. Tan solo, como ejemplo, decir que, no solo los turistas estábamos sacando fotos y alucinando, sino que muchos de los runners que pasaban, paraban y sacaban su móvil para inmortalizar el momento.

Una vez bien escondido el sol, me dirigí a la zona que hay entre los dos puentes, el de Brooklyn y el de Manhattan. Últimas fotos y ya, pensando en llegar al hotel y visualizar con calma las fotos. Eran ya cerca de las siete y, como vulgarmente se dice, ya estaba todo el pescado vendido.

jueves, 9 de julio de 2015

Luna de Madrid

Llevaba ya un tiempo que quería hacer esta foto. He estado siguiendo el magnífico trabajo de Juan Carlos Cortina y de sus ya famosas lunas con las torres de Madrid. Me faltaba encontrar un sitio donde hacerlo. Que si desde Las Rozas, Aravaca.... Pero yo necesitaba cercanía ya que con mi 200mm no podía alejarme mucho.


Esperando la salida de Selene


Mira que he pasado veces por la M40 por la zona que iba buscando, pero nunca había caído. Entre los túneles del Pardo y la carretera Fuencarral-El Pardo existe una pequeña elevación orientada hacia el complejo de las torres. Estuve buscando por la zona de Montecarmelo o Herrera Oria, pero desde el primero, era imposible debido a que está en una pequeña vaguada e imposibilita ver completas las torres. Desde la Avda. de Herrera Oria, demasiados edificios, árboles, farolas...

Así que, me decidí cruzar la M40 y meterme por la mencionada carretera que lleva desde Montecarmelo hasta El Pardo. Al poco de pasar el siempre lleno restaurante Filandón, siguiendo unos doscientos o trescientos, hay un pequeño desvío a la izquierda (cuidado que hay una curva con poca visibilidad poco más adelante) con un cartel del Parque Regional de la Cuenca del Manzanares. El camino o pista, lógicamente sin asfaltar, está en bastante buen estado (no he ido nunca tras lluvias, así que no puedo informar de como está en esas condiciones). Con un coche normal podéis acceder sin problemas. De todas formas, tampoco es plan de acceder con el coche hasta el punto en concreto. Aprovechad e id andando, ¡¡que es muy sano, jeje!!


Al final conseguimos un buen resultado, a pesar de los mosquitos

Para situarme en el punto exacto, utilicé la aplicación para IOS PhotoPills (9,90 Euros), una completísima app que nos va a permitir encontrar el punto donde debemos situarnos y la fecha y hora para hacer coincidir nuestra situación con el elemento que queremos componer y el sol o la luna (en cualquiera de sus fases) en un punto (azimut) y una elevación en concreto. La app es casi como una Suite, ya que además, nos va a permitir conocer la situación de elementos del cielo (luna, estrellas, constelaciones...); profundidad de campo; tablas de hiperfocales dependiendo del tipo concreto de cámara que usemos y de su longitud focal; crear, importar y exportar localizaciones de otros usuarios... Ya os digo, una herramienta muy completa que deberíais llevar en vuestro móvi (creo que solo está disponible para iPhone). Puede que conozcáis la aplicacion TPE (The Photographer's Ephemeris). Es similar en cuanto a información de luna o de sol, pero esta no permite hacer planificaciones, amén de los extras que trae PhotoPills (hiperfocal, pdc, exposición, realidad aumentada..)

lunes, 15 de junio de 2015

Libro XG de Saal-digital

Hola a todos.

Ya os hablé en el artículo anterior de la sorprendente calidad de los libros de Saal-digital. Así que me propusieron probar el nuevo libro XG, con hojas de 600 gramos por metro cuadrado. 

Elegí para ello el formato que me parecía más interesante, 28 x 28 cm. Aunque podéis conocerlos en su propia página, también disponen de los formatos de 19 x 19 cm, 21 x 28 cm y 28 x 19 cm.


Para empezar, comentar que la calidad en la impresión de las fotografías sigue siendo exactamente igual de buena que en el formato 42 x 28 cm. No varía un ápice. Impresión a doble página con unos colores fieles al orignal. En ambos casos, he elegido el acabado mate. Serán manías de uno, pero no me gusta ver libros impregnados de huellas. Y en este acabado, este fin se consigue perfectamente.




En principio, el formato cuadrado 28 x 28 me gusta mucho. Ni muy pequeño ni muy grande. Es, en mi opinión, el ideal. Aunque desde aquí, aprovecho para pedir a la gente de Saal, la posibilidad de ampliar la oferta de formatos con algún 32 cuadrado o en su lado largo. 

Al sacarlo del paquete de envío, perfectamente protegido, me encuentro con un libro muy agradable en el tacto. En su página, los amigos de Saal lo denominan SoftTouch y lo definen como que "se caracteriza por su tacto suave y aterciopelado". Bueno, me dije, eso habrá que comprobarlo. Y, efectivamente, el acabado de la cubierta es tal cual. No es que tenga "pelillos" como si fuera terciopelo, pero es impresionante la suavidad que tiene y esa sensación que ellos describen, la puedes comprobar al tenerlo en tus manos. Bien, primer punto, el de la tapa, superado.




Lejos de volver a serviros los detalles técnicos de los acabados de las páginas, que, como os he comentado anteriormente, son los mismos que  en el formato del artículo anterior, me centraré en lo que cambia con respecto a aquel. En este caso el grosor de las hojas. 

Detalle del grosor de la hoja

El grosor no resta calidad en el acabado





Ya os he mencionado que son de 600 gramos por metro cuadrado, por lo que podéis imaginar la consistencia que tienen, amén de la diferencia de grosor, que estará en torno al 0.8 o 0.9 mm. Para este formato, perfecto. Si en el formato de 42 cm quizá se echaba en falta un pelín más de gramaje, en este formato es ideal. Transmite, al pasar las hojas, consistencia al manener el plano constantemente la hoja, se encuentre en la posición que se encuentre pero sin llegar a ser una hoja "pesada" o excesivamente gruesa como en otros libros de gran gramaje.

Este grosor de hoja, podía hacer cambiar el acabado en la zona de pegado de las hojas. Pero, como podéis apreciar en las imágenes, el acabado lo sigo viendo muy bien, con una gran calidad. El reportaje del libro ha tardado unos días en realizarse, con lo que, a diferencia del anterior que fue prácticamente un unboxig y el libro estaba "recién horneado". En este caso el libro tiene casi un mes con respecto a su llegada a mis manos, con la consiguiente tralla que ha recibido de abrir, cerrar, pasar páginas, etc,


En definitiva, sigo apostando por esta gente mientras mantengan la calidad en sus acabados y el buen servicio de entrega y atención al cliente. A este respecto, mencionaros que, invité a un amigo a probarlo y cuando le llegó, el acabado no era el deseado. Una gran arruga en el lomo del libro dejaba en evidencia los halagos que había realizado de Saal. En ese momento, invité a mi amigo a ponerse en contacto con el servicio de atención y al momento, el comunicaron que estaban volviendo a realizar el producto y que, obviamente, sin gasto alguno, lo tendría de nuevo en menos de una semana. Dicho y hecho. Al final, por estos detalles, han ganado un cliente más.